lunes, 28 de junio de 2010

La enamorada de mi primo, mi primo, mi esposa y yo

La enamorada de mi primo me cae muy bien, aunque ella crea firmemente en lo que yo firmemente no creo. Y este no es un asunto menor. Siempre tendemos a querer que la gente piense como nosotros; sin embargo, este no es el caso, porque tanto mi primo, su enamorada, mi esposa y yo, creemos en cosas tan diferentes que en otros tiempos nos hubiéramos matado.

La enamorada de mi primo cree en Dios, yo no creo en Dios, mi esposa es agnóstica. Mi primo cree en el Dios de los católicos, el cual es el mismo en el que cree su enamorada, pero bajo otra interpretación, a mi esposa le parecen ambas posturas legítimas y a mí todo esto me parece un cuento chino. Mi esposa cree más en el diablo, porque es acluofóbica; a mi primo le gusta la noche, porque es insomne; a mí me gusta dormir después de medianoche y la enamorada de mi primo llega a su casa, cuando yo ya estoy durmiendo.

Somos muy distintos, pero si nos parecemos en algo, es en nuestra firmeza de carácter. Tenemos valores y convicciones sólidos. Y todo esto no nos impide dialogar y ser amigos. Admiro esto del ser humano. Admiro que a pesar de que en el mundo haya mucho imbécil, también existan personas que puedan dialogar sin tratar de convencerse de que portan la verdad absoluta. Ciertamente, a mí me gustaría que la enamorada de mi primo, mi primo y mi esposa vieran las cosas como las veo yo, pero de ninguna manera trataría de imponer mi verdad, porque tampoco me gustaría que ellos lo hicieran conmigo. Cuando hablo con ellos me siento muy tranquilo conmigo mismo, recobro la fe en la humanidad, descubro que la tolerancia es posible, que podemos hablar, aunque pensemos en cosas muy distintas.

Yo cuando me molesto exploto, mi primo trata de guardar silencio, mi esposa utiliza la ironía, nunca he visto a la enamorada de mi primo molesta, pero, por lo que me han contado, es muy temperamental. Es decir, si no fuera por la tolerancia, nuestra amistad sería un espejismo, ya que nos acabaríamos despellejando. Una vez, cuando estábamos en el carro de mi primo, él le dijo a su enamorada que era una fanática cuando trataba de defender su religión, y ella le contestó que si fuera fanática, jamás hubiera estado con él, porque su religión es bastante estricta con eso. Mi primo calló, como reconociendo la sensatez de las palabras de su enamorada, y yo comprendí que lo que me gustaba de estar con ellos es que esta situación ponía a prueba mi tolerancia. Sí, como ella dijo, si yo fuera intolerante, ¿qué estaba haciendo compartiendo aquel momento con ellos? Esto representaba, entonces, un triunfo personal. Yo, como ellos, mostraba gran apertura, y eso me satisfacía.

Sé que soy muy pesimista con el Perú, pero estos breves chispazos de buena fe me emocionan. Mi esposa y yo tratamos de ser buenas personas. Esperamos que en el Perú habite gente menos hipócrita. Gente más abierta. Sin importar lo que uno piense, lo que uno crea, como uno sea, lo que tenemos que cualificar son los valores que dirigen nuestra vida. La fuerza de nuestro carácter para afrontar las adversidades, sin que esto nos lleve a la miseria moral en la que muchos compatriotas están.

Cuatro personas que pensamos distinto. La enamorada de mi primo, mi primo, mi esposa y yo hablamos de manera cordial, pero somos muy distintos. A mi primo le gusta llegar tarde a cualquier lado; a mí me gusta llegar temprano; mi esposa tiene la intención de llegar temprano, pero llega tarde; a la enamorada de mi primo le gusta llegar tarde, pero siempre llega temprano. Y así, sucesivamente.

miércoles, 23 de junio de 2010

All I Want is you

Todos los monstruos se acercan mientras duermo
mientras pienso en ti
cabalgo sediento por la muralla de mi lengua
respiro tu esencia cuando la soledad canta una canción en inglés
all I Want Is You
all I want son tus besos
que se despedazan en los rincones vacíos
que se pierden en mis sueños.

Todos los fantasmas se acumulan en mi puño
el miedo golpea mis ojos
la noche es una vieja puta que me enloquece
voy enloqueciendo por los pasos de tus sueños
por el agua que frota tus pechos suaves
por el susurro sereno de lo que dejaste de decirme.

Talvez el silencio pueda contarte de mí
talvez cuando estés triste la quietud de las cosas te consuelen
talvez haya una fuerza cósmica que te obligue a mirar mis palabras
a sentir mi pecho tibio
a sentir mi cuerpo desnudo y pesaroso
talvez podamos ser amigos y que todo lo tuyo sea mío
y todo lo mío no lo compartas con nadie.

miércoles, 9 de junio de 2010

Mi propuesta



Me quiero largar de este país porque estoy harto de todo. Me enfurece haber nacido en un lugar donde incapaces y corruptos, donde caviares y radicales hacen su festín orgiástico. Me quiero largar, porque he aprendido a conservar mi salud, y es que la desesperación me hace daño, necesito oxígeno nuevo, un lugar bonito que por lo menos me llene de esperanza. Necesito dejar la degradante Lima, dejar atrás el Perú que se ha vuelto un lugar horrendo, un lugar de gente imbécil y mediocre.

Nos dicen en todas partes que estamos creciendo. Crecer en este sentido se refiere a lo estrictamente económico. Para ser más exactos, crecer se refiere a lo estrictamente económico cuando esto afecta a la “gente que importa”. ¿Quiénes son los que importan? Pero yo pienso que lo menos importante es lo estrictamente económico de “la gente que importa”. Los valores que nos caracterizan como seres humanos van más allá de lo estrictamente económico o nuestra simple nacionalidad. Por eso pienso que el Perú es un país en el precipicio, un país sin alma y sin salvación, y eso me llena de profunda tristeza. Y si pienso así, es no solo porque una tira de incapaces y corruptos ocupa los más altos cargos del Estado, sino porque mis compatriotas apoyan a buena parte de ellos.

Castañeda (El mudo) ha demostrado hasta el hartazgo que es un picapedrero, tan ineficiente que no ha podido solucionar ni un ápice el caos del transporte urbano en Lima, ha hecho un mamarracho llamado El Metropolitano y hay sospechas fundadas de que robado como ha querido. A pesar de todo eso, mis conciudadanos limeños aprueban su gestión de manera casi unánime. ¿Cómo los limeños podemos apoyar a un personaje tan incapaz? Y lamentablemente este caso no es una excepción sino una constante.

Los peruanos no ejercemos ningún tipo de presión a nuestras autoridades, no impulsamos el cambio, permanecemos estáticos, indolentes. Pero no sólo eso, los peruanos apoyamos la corrupción al no salir a protestar, los peruanos seguimos esperando gobiernos autoritarios. Y es que los peruanos no somos libres. Los peruanos nos dejamos engañar por cualquier facineroso que diga luchar por nuestros intereses, y no vemos que estos inescrupulosos sujetos solamente persiguen algún motín que los haga salir de la miseria económica, pero lo único que logran es hundirse en la miseria moral.

El Perú está lleno de puro incapaz, de puro imbécil, de puro ladrón, de un montón de gente que se orina de miedo y que no lucha. El Perú es un bacín, donde los miserables cagan y cagan, defecan dos veces por día. El Perú es un país imposible. El Perú es un sueño imposible. Crecemos económicamente, pero moralmente nos vamos a la mierda. Estamos en una encrucijada. ¿Cómo hacemos del Perú un país posible? ¿Qué hacer con este sentimiento de impotencia al constatar que nuestro país no ha aprendido nada de su pasado? Keiko Fujimori dice luchar contra la pobreza y que su partido (o sea el clan Fujimori) pasará a la segunda vuelta en la elecciones presidenciales del 2011 ¿Cómo hemos llegado a ser tan confiados? ¿Cómo hemos llegado a anular nuestra conciencia crítica? ¿Cómo no podemos entender que la economía es un pedazo pequeño de la vida y que la vida es más compleja de los números?

Hace poco asistí a una conferencia sobre lo que sucedió en Bagua, un profesor de antropología de la PUCP llamado Oscar Espinosa planteó el siguiente escenario: Imaginemos que en el Perú no existe corrupción y que todo lo recaudado por el gobierno central es gastado en lo que ellos imaginan que es el “progreso”. Entonces, la solución de los problemas del Perú es abandonar la idea de que el Estado tiene la interpretación auténtica de qué es el “progreso”, y que que este empiece a dialogar con los otros actores sociales para así buscar puntos de encuentro, y construir acuerdos más justos y duraderos.

Me temo que este profesor está profundamente equivocado, creo que su problema es que peca de ingenuo. ¿Qué idea de progreso tiene el gobierno? Ninguna. Al excluir la corrupción en este escenario se está quitando lo esencial para entender al Perú y su posibilidad de ser un verdadera nación. El Perú es un país de gente corrupta, la corrupción ha hecho del Perú un país de gente imbécil. Un ejemplo claro es la decisión del Tribunal Constitucional de suspender su distribución en los centros de salud del Estado de la pastilla del día siguiente por considerarla abortiva, a pesar de que la Organización Mundial de la Salud y todo organismo serio en el mundo ha manifestado lo contrario. Considerar que una idea de progreso es aquella decisión, sería lindar con la locura. La corrupción nos ha vuelto seres marginales, despreciables, estúpidos, sin ninguna idea “progreso” que no sea el “progreso económico para mí”. El Tribunal constitucional está dominado por gente miserable, antiprogresista _si cabe el término. Por lo tanto, no cualquier idea es una idea que represente lo que debemos llamar "progreso". Las ideas cavernarias no son ideas progresistas. Y si este tribunal tomó una decisión semejante es porque fue presionado por un Estado corrupto, que defiende ideas y convicciones personales, aunque estas sean, como hemos dicho, antiprogresista y cavernarias.

¿Cuál es la diferencia entre Estado y gobierno? En el Perú cualquier gobierno es profundamente corrupto; por lo tanto, el Estado peruano, ya que no importa quien lo asuma, es esencialmente corrupto. Lo peor de todo, lo que más me desanima es que los peruanos no solamente no protestamos, sino apoyamos a los proyectos autoritarios, antidemocráticos, apoyamos a los corruptos, a los inmorales, hemos desistido en exigir gobernantes honestos y capaces.

El título de este post es “Mi propuesta”. ¿Qué puedo proponer? No lo sé. Quiero imaginar que no tuve la mala suerte de nacer en un país donde la gente no proteste, no luche, no exija, no haga respetar sus derechos ciudadanos. ¿Debería hacer política? Deberíamos hacer política (todos). Deberíamos decirle a Kouri, no señor, los peruanos no olvidamos su pasado. Deberíamos decirle al mudo, primero explica los asuntos de corrupción en el municipio de Lima y después piensa en postular. Deberíamos, deberíamos, deberíamos… Pero al final, no hacemos nada.

Los profesores de academia

Recuerdo que Reynaldo Santa Cruz fue mi profesor en la Trilce, cuando me preparaba para la Cato. Recuerdo que pensaba que era un Dios, como, seguramente, mucho mocoso imbécil que asiste actualmente a sus clases. Recuerdo que un día fue con su librito de relatos _ el Evangelio según Santa Cruz, a venderlo en mi salón de la Trilce de San Isidro, mismo vendedor ambulante de los años 90. Recuerdo que todas las mocosas arrechas querían tener un affaire con él, y es que el Perú es un país muy generoso, o en todo caso, muy generosa la ignorancia. Recuerdo que traía siempre su botella de Coca cola mezclada con café. Recuerdo que nos hacía reír un huevo y que era el profesor más querido y popular de todos. Recuerdo que pensé que si era tan gracioso debía hacer un piloto para alguna televisora, talvez se podría volver millonario de cómico (profesión igual de digna que cualquier otra).

Lo que más me sorprende es que Reynaldo ha sabido mantenerse haciendo lo que hace bien. Ser profesor de colegio, escribir por amor y no con talento. Resignarse a que no podrá ser como Mario Vargas Llosa. Resignarse a no poder tirarse a ninguna de sus alumnitas, porque hay leyes estrictas contra la pedofilia. Lo que más me sorprende, es que a pesar de todo eso, Reynaldo trata de vivir con una cierta dignidad, la dignidad de un tipo gracioso, de un buen hombre.

El Perú es un pedacito de nada, donde el aire desvanece los recuerdos, por eso nadie le presta atención ni a los memoriosos ni a los evaluadores. Yo soy un memorioso y evalúo todo lo que recuerdo, y a veces, me siento estúpido de haber admirado a gente poco admirable. Suele suceder con los profesores de academia, con los amigos de la infancia y con tantos malhumorados recuerdos que nos aguardan en la noche en forma de pesadillas.

Así como Reynaldo Santa Cruz, recuerdo a mucho profesor cuentero, como el buen Ricardo Bazo, profesor de historia universal; yo creía que él era una gran tipo, un gran sabio. Después de mucho tiempo lo busqué por Internet, me interesaba leer sus publicaciones, y nada más que la nada inundaba Google que con su típica frialdad lo desconocía, casi casi, el omnisciente Google me preguntaba ¿Quién mierda es ese tal Ricardo Bazo?

Recuerdo que mi esposa me contaba de un profesor de Literatura llamado El Pestañudo, cuyo verdadero nombre era Edgar Saavedra. Recuerdo que mi esposa me dijo que cuando ella era una estudiante de academia lo veía a él simpático, hermoso como las palabras sagradas de la virgen María al arcángel San Gabriel – “he aquí a la sierva del Señor; hágase en mi según tu palabra”. Pero cuando lo volvió a ver después de muchos años, le pareció menos alto, menos interesante y se preguntó ¿cómo era que yo lo pude haber visto con ojos de amor? Y sintió lo mismo que Fermina Daza después de ver en aquel mercado colombiano a Florentino Ariza, y sintió aquella misma repulsión, y se preguntó lo mismo que Fermina, ¿cómo había podido ser tan ciega?

Entiendo que todos necesitan comer, que sobrevivir es uno de los instintos más primitivos. Pero un buen profesor debe ser el que no solamente mete cuento, sino el que participa en la comunidad, el que trabaja académicamente por superarse. Lamentablemente no recuerdo a ningún buen profesor. Todos fueron unos payasos que trataron de sobrevivir enseñando. Yo pienso en enseñar, pero tengo miedo de que un día algún hijo de puta de mis alumnos, uno que decida estudiar alguna carrera de letras o sociales, me acuse de cuentero, mencione mi nombre en un blog, o lo que haya en ese momento, y me haga sentir miserable.

¿Por qué seremos tan hijos de puta?

El ser humano es capaz de hacer las cosas más terribles, más sanguinarias, más perversas que nadie o nada haya hecho nunca jamás. El ser humano es una máquina asesina que viene depredando, casi sin inmutarse, toda forma de vida en la tierra. El ser humano ha inventando las armas más destructivas y las ha empleado sin asco, matando a millones y millones de congéneres. El ser humano ha causado tanto dolor y tanto sufrimiento que la vergüenza le ha marcado las manos con tinta indeleble. Imposible no recordar en la historia del ser humano las matanzas, los genocidios, la valentía que inspira un rifle, una bomba.

Entre tanto dolor, entre tanta desolación. El ser humano, y no me explico cómo, puede brillar más que la estrella más luminosa. No sé cómo, pero el ser humano es capaz de ser bondadoso, piadoso, santo, decidido, realmente valiente, desprendido ¿Aquello es una contradicción? ¿Una paradoja? ¿Cómo el ser humano puede ser a la vez patético y sublime?

He tratado siempre de ser un buen cristiano. Siempre he pensado que mi disciplina como ateo consistía en emular todo lo bueno de los más egregios representantes de la humanidad. Que mi disciplina como ateo consistía en estar a la altura moral de Jesucristo, Sócrates, Buda, Ghandi, Martin Luther King. Ahora, he perdido el rumbo. Me he ahogado en las pequeñas cosas que tanto le gusta a la gente miserable. Me he apartado del camino de la luz. Mi orgullo ha vencido después de todo. Ya no soy el imberbe adolescente que se enamoraba y pensaba todo el maldito día en algún amor imposible, ya no soy aquel chico desganado e inconsolable. Ahora necesito más. Pero, ¿Qué necesito? ¿Bastaría si dijera que necesito algo? Algo nomás. Algo que me haga sentir bien.

Mi amigo Chicho dice que debo conformarme con mi verdad. Mi amigo Chicho es un cojudo, me gustaría llamarlo Don huevón, pero presiento que se molestaría si lo hago ¿Por qué llamaría así a mi amigo? Posiblemente él sea el único amigo que tengo. Pero me gusta pensar que nos podemos decir de todo. De alguna manera extraña le quiero hacer daño, pero de una manera sensata no lo hago. Ya le he hecho mucho daño en el pasado, y me he perdido en el ideal de ser una buena persona. Talvez ese sea el problema. Todos queremos hacer cosas buenas, pero terminamos jodidos y jodiendo. Si contara todo lo que le hice a mi amigo, faltaría espacio en este humilde post.

Chicho es un huevón. Un huevón como todos, como lo soy yo. En fin, no quiero ahondar en estos desencuentros. Lo que quiero decir es que a veces queremos hacer algo bueno y la terminamos cagando. Pero entonces, aún sigue mi duda. ¿Cómo carajo algunos pueden seguir su vida de manera coherente? ¿Cómo algunos pueden resistir el aroma sencillo del café en una mañana cualquiera mientras una mujer te sonríe y falsamente crees que todo es eterno? ¿Cómo resistirse a las pequeñas cosas que planeas con tus hijos mientras trabajas feliz como un esclavo un viernes a las 8:00 pm frente al teléfono silencioso y negro? Aún así, a pesar de que sabes que hay personas similares a ti, pretendes pensar que nada puede ser más importante que tu “bienestar”. ¿Bienestar?, ¡qué palabra tan compleja, ¡qué palabra tan jodida!

El problema creo que es que cuando entras en el juego de los intercambios, de la acumulación, de las inversiones, del disfrute, de la metódica manera de guardar dinero y gastarlo en los momentos “adecuados”, después de todo eso, te es imposible salir. Me imagino que es como un torbellino que no te deja. El “bienestar”, aunque jodas a más no poder, aunque jodas a la mayor cantidad de gente posible, es el patrón que guía la vida de muchos, pero no de todos, y eso lo extraño.

Aquellos años felices

Harvey Peckar es un hombre soso y de un humor muy negro. Él necesita contar malas historias para hacerlas buenas. Harvey es el creador del comic “american splendor” que no es más que el relato diario de la vida común de un hombre común. Harvey tiene la habilidad de contar las cosas como si estas fueran irremediables, como si lo único que nos quedara hacer en la vida fuera tratar de sobrevivir.

Así como Harvey necesita echarle mano a sus conocidos, contar historias sórdidas y de un humor visceral en donde nadie queda bien parado, yo, talvez por la misma necesidad de él, siento el impulso de contar y desenmascarar a todos. Harvey es un cínico que relata con fidelidad las características más patéticas del ser humano, por delante van las suyas, pero al costado la de sus amigos, la de su esposa y la de su familia en general. Me gustaría preguntarle si él ha encontrado una respuesta de por qué es un impúdico exhibicionista, si él se ha llegado arrepentir de lo que ha hecho o si se ha llegado a quedar sin amigos.

Hace poco escribí en este blog una historia sobre mi hermana. Claro que como todo “buen escritor” le puse a mi hermana y a su esposo nombres distintos a sus nombres originales. A su esposo le puse Peter y a ella Mauricia. Sin embargo, cuando leyó mi post, se reconoció y se molestó muchísimo, me dijo que lo que había contado era mentira, o en su defecto, una exageración maliciosa. Por esa razón, tuve que borrar mi post y le prometí escribir una historia bonita en donde resalten los buenos momentos que hemos vivido.

Sé que a veces, cuando escribo o hablo de mis hermanas, parece que han sido unas brujas despiadadas. Un día hablé con mi hermana Olivia y le dije que yo la culpaba por no haberme defendido, ya que era la mayor, de todas las cosas negativas que me sucedieron en la infancia. Ella me respondió que ella también había sufrido porque nuestra mamá trabajaba todo el día y no tenía tiempo para ella. Comprendí, entonces, que todos de alguna u otra manera sufrimos, que todos cometemos errores, que nadie es perfecto. Creo que debemos ser justos y abrirle un campito en este blog a los buenos momentos.

Yo admiro a Olivia porque es una persona de principios férreos, preocupada por su familia. Admiro a mi hermana Mauricia porque es emprendedora y carismática. Recuerdo que siempre me peleaba con Mauricia porque yo la seguía a todos lados, ella era una adolescente agrandada y yo un niño espeso. Me gustaba seguirla porque pensaba que no me iba aburrir con ella, y efectivamente, no me aburría, me divertía mucho con sus ocurrencias, con sus cosas de grande. Recuerdo que mi hermana Olivia me llevaba al cine, fuimos a ver “Mi pobre angelito” como 5 veces. Ella me salvó la vida 2 veces, la primera fue cuando era un bebé y estaba convulsionando en mi cuarto, solo, a punto de morirme; la segunda fue hace algunos años cuando tuve una enfermedad rara y ella como si fuera mi mamá me cocinó y se preocupó mucho por mí, si no hubiera sido por su cariño y su dedicación, también me hubiera muerto.

De mi infancia recuerdo la sonrisa de Mauricia y la mirada de Olivia. Sé que ellas me querían mucho y que yo las quería también. A veces, ha habido desencuentros, pero sobre todo, ha habido muchos buenos momentos que yo atesoro en mi corazón. Recuerdo cuando me olvidé el cumpleaños de Mauricia y me fui a pasar la noche donde mi abuela, cuando me enteré hice una pataleta de padre y señor mío, quería estar junto a mi hermana, lo quería estar como ahora quiero estar con ella. Mi hermana Mauricia vive en Holanda, pero quiere volver al Perú a radicar definitivamente aquí, yo la espero con la amnesia de los malos tiempos y con el recuerdo de todos los buenos momentos que hemos vivido.

Lunes Santo

Los días que no pienso en cambiar mi vida, son días opacos y tristes que me recuerdan quién era antes de ver la luz. Todos estos días pienso como Cerebro: Tratar de conquistar el mundo, tratarlo de conquistar y aferrarme a lo único que me haría feliz, la felicidad de ver el mundo desde un bungalow en alguna isla del mediterráneo, mientras el sol europeo caliente mi sexo húmedo de placer, mientras el sol europeo excite a una eventual amante que presa del frenesí de la buena y escasa vida lama mi ano gastado y adolorido. Mientras tanto, intento de mirar el sol de Lima sin rechinar los dientes de cólera, sin indignarme. No quiero morirme antes de tiempo, necesito escapar de esta ciudad, de este país de mierda.

Kelly habla siempre de su enamorado, la primera vez que conversamos a solas me dijo que él es súper inteligente, súper súper, súper maravilloso. Qué diría Kelly si le ofrezco un tour por Venecia. Qué diría si coso en su sonrisa el perfume marino del pacífico asiático. Que pasaría si le estampo un beso en Saint Emilion debajo de la Eglise monolithe. Que pasaría si le desenvuelvo el mundo más allá de los límites de esta ciudad opaca y triste. Talvez pasaría algo de lo que me arrepentiría profundamente. Talvez ella me mordería los dientes, me miraría como un hombre súper inteligente, súper profundo. Talvez me llegaría a aburrir y buscaría otra Kelly para joderle la vida.

Ya tengo cierto arte en meterme por los palos. Ya se lo hice a un compañero de estudios. Le quité a su chica. Él hasta ahora me odia. Ella, después de haber sido descubierta conmigo, también me dejó. Qué dirá ella cuando veranee en Mallorca y me valla en los inviernos tristes a Las Vegas. Qué dirá cuando yo sea un ciudadano del mundo y ella una limeña más. Seguro que se arrepentirá de haberme dejado. Seguro que intentará llamarme para que la culee. Yo tendré que hacer una lista y le sacaré cita, siempre y cuando mi verga dura y férrea siga siendo dura y férrea, resistente al tiempo, a los avatares del sexo mundial.

No quiero hacer el amor por hacer el amor. Quiero demostrar el control que puedo tener sobre mi propio destino. Quiero tener el control sobre Kelly o aquella chica que no he mencionado su nombre. Quiero tener el control sobre alguna chica de Madrid, sobre la mamá de un amigo, sobre una mujer mayor en Finlandia, sobre una jovencita que raspe los 18 pero que parezca de 15. Tener el control en una navidad en Nueva York con alguna modelo de piernas largas y aceitosas, un fin de semana en Tokio con la esposa de algún escritor famoso. Quiero tener el control en un día cualquiera. El control de mi vida que hasta ahora ha sido miserable, tonta, fútil, anodina, bizantina.

Si el destino me fuera propicio, una noche cualquiera iría tras una chica cualquiera. Sería el sol de mi propia villa francesa. Andaría desnudo, despreocupado, ardoroso. Sería un toro insaciable. Haría de mi verga un bien público. Compraría los corazones. Si tuviera dinero, haría que la gente me quisiera. Haría que las mujeres abandonaran todo por mí. Me compraría una King size y metería a cinco rusas. Pero jamás me olvidaría de mis peruanitas. Vendría el Perú para culearme a un par. Vendría al Perú porque al final todos vuelven. Y si algo me pasara en el trayecto, sabré que por lo menos viví como quise.

Cómo leer y no morir en el intento

Para que la comunicación se haga efectiva, se necesita por lo menos dos personas. Dos personas que estén dispuestas a mantener un diálogo. Esto lo notamos cuando tenemos un amigo y le contamos todo sobre nuestras vidas. No tenemos la obligación de contarles nada, lo que tenemos es la voluntad de contar historias, sucesos, emociones de nuestra propia vida. Es así que la característica necesaria para comunicarse es el deseo de mantener un diálogo, de compartir aquello que podríamos, talvez, mantener en silencio.

Si el comunicarnos se convierte en una obligación, resultará tedioso establecer un diálogo. Por ejemplo, en el colegio muchos adolescentes empiezan sus relaciones amorosas, imaginemos que dos enamorados se pelean en el recreo, el chico se olvidó del cumpleaños de la chica, la chica furiosa vuelve al salón de clases antes de que toque la campana y no quiere hablar con nadie, pero cuando la profesora le pregunta algo acerca del curso, ella se ve obligada a responder. No quiere responder, no quiere dialogar, pero lo debe hacer, porque ella sabe que su deber como alumna es participar en clase. Así, notamos que la comunicación forzada es tediosa, pero la comunicación libre, espontánea y voluntaria es un ejercicio entretenido, ameno, pero sobre todo, placentero.

La comunicación no solamente es oral, por definición, para comunicarse, deben haber dos personas, una que codifique un mensaje y otra que lo decodifique. En este sentido, la comunicación puede darse entre un escritor que codifica un mensaje en una novela y un lector que decodifica un mensaje que en este caso es aquella novela. La pregunta es, entonces, ¿cómo establecer un diálogo ameno con un escritor a través de una de sus novelas y que esta comunicación no se vuelva un suplicio?

Eliminar los prejuicios

Para empezar a leer, en primer lugar, tenemos que eliminar los prejuicios. Un prejuicio es un pensamiento previo que tenemos sobre algo o alguien. Por ejemplo, muchas veces juzgamos a alguien sin conocerlo, decimos que es tonto o extraño, pero cuando nos tomamos el tiempo de tratarlo, de hablarle, nos damos cuenta que nos cae muy bien y que no debimos haber anticipado nuestra opinión. Sucede lo mismo con los libros, muchos jóvenes dicen que nos les gusta leer, pero lo cierto es que prejuzgan el hábito de la lectura, lo prejuzgan porque, posiblemente, han tenido algunas malas experiencias.

Imaginemos que un adolescente decida tener una enamorada y en el transcurso de la relación se da cuenta de que ella es una persona conflictiva, ¿acaso este adolescente dirá que como ha tenido una mala experiencia en las lides amorosas jamás volverá a entablar un relación con otra chica? Seguramente que sí lo hará, porque sabe que el hecho de que haya tenido una mala experiencia no quiere decir que siempre será así. El problema es que los jóvenes no saben cómo elegir una compañera que se adecue a su manera de ser, y poco a poco, la misma experiencia les dirá con cuál chica les podrá ir mejor. Elegir un libro apropiado, felizmente, no es una ciencia tan complicada como saber elegir una adecuada pareja. Saber elegir un libro es saber cómo hacer una correcta búsqueda de cuál es el mejor libro para mí.

Búsqueda de referencias

En un pasaje de Alicia en el país de las maravillas, Alicia mantiene una conversación con el Gato de Cheshire.
- ¿Me podrías indicar hacia donde tengo que ir desde aquí?, pregunta Alicia.
- Eso depende de a dónde quieres llegar, responde el gato.
- A mí no me importa demasiado a dónde.
- En ese caso da igual hacia donde vallas.
Cuando queremos emprender un viaje, siempre tenemos que saber a dónde queremos ir. Para saber a dónde queremos ir, debemos saber que es aquello que nos gustaría conocer. Si detestamos el frío, sería absurdo que nos vallamos a Islandia. Y es que jamás tomamos una decisión a sabiendas de que nos vamos a arrepentir. Generalmente, nos arrepentimos, porque no hemos sabido informarnos correctamente de los percances que nuestras decisiones podrían originarnos. Lo mismo sucede con los libros, si no sabemos cómo elegir el mejor libro para nosotros, el leer será una mala decisión, pues no importa que libro elijamos, este siempre nos parecerá aburrido y tedioso.
Saber qué camino elegir es un buen indicador para saber que no nos vamos a aburrir. Saber qué camino elegir es informarnos mediante comentarios u opiniones de otras personas que ya han transitado aquel camino. En el caso de los libros, saber elegir es saber buscar, saber preguntar y saber ser optimistas.
Podemos, en primer lugar, revisar las páginas web de las editoriales o librerías que tienen reseñas de los libros que publican o venden, en dónde también, colocan datos importantes sobre la edad recomendada que debe tener el lector. En segundo lugar, cuando uno recién está iniciándose en la lectura debe pedir consejo a quién ya está más ducho en la materia, por ejemplo, al profesor del plan lector del colegio en donde estudia o a algún familiar cercano. En tercer lugar, el factor más importante, es tener claro cuáles son mis aficiones, por ejemplo, el fútbol, las experiencias de gente como yo o los comics, entre un sinnúmero de temas.
Por lo tanto, si se eliminan los prejuicios y se sabe buscar el libro correcto, se tendrá una experiencia maravillosa, incontrastable, una experiencia fuera de este mundo. Parafraseando un comercial de una bebida energizante, el leer te da alas.

La historia de las últimas veces

En la vida, uno siempre piensa en que las cosas se repetirán, pero que tal si no se repiten. Que tal, en definitiva, si nada vuelve a ser como antes. Yo me he peleado con medio mundo. Yo sé que es ser odiado. Yo puedo decir: a mí se me odia o se me quiere. Yo tengo mil enemigos. Yo tengo la dicha de conservar unos pocos pero buenos amigos. Sin embargo, si supiera cuando es la última vez que le hablo o veo a alguien, talvez diría algo mejor, talvez sonreiría.

Yo tengo un carácter muy especial. A mí me gusta que me traten bien. A mí me gusta que me reconozcan lo que hago. A mí no me gusta que me jodan. A mí no me gusta que me reclamen. A mí me gusta que me traten como a un futbolista del Barcelona. A mí me gusta que me mimen. A mí me gusta que me perdonen. A mí me gusta joder y que nadie diga nada. A cambio de eso, yo me preocupo por mi equipo. A cambio de eso, yo trabajo más duro que el resto. A cambio de eso, yo soy el capitán y responsable de las acciones que tomo para el beneficio de mis comandados.

Sí, he confesado que me he peleado con medio mundo, pero jamás había dado tanto de mí como en estos meses. Estudio una segunda carrera en la UPC y hay un curso que se llama Habilidades Comunicativas, en donde, modestias aparte, soy relativamente bueno. En la última DD (una especie de práctica grupal), mi equipo y yo (equipo con el que vengo trabajando en todas las DD anteriores) teníamos que redactar un informe ejecutivo en clase, pero al final el único que redactó e hizo todo el trabajo fui yo. El trabajo era largo y desde el primer momento comencé a redactar velozmente, una chica llamada Silvia que había elaborado el texto con anticipación, ya que las fuentes estaban colgadas en Internet desde días previos, había elaborado un informe que supuestamente sólo teníamos que pasar en limpio. El informe que Silvia me dio era un mamarracho. Yo estaba desesperado, pues sólo teníamos 2 horas para elaborar el informe. Sentí que en vez de que mi equipo me cuidara, en vez de que mi equipo me diera la tranquilidad para que yo les salvara de esta situación difícil, ellos se empeñaron en discutir mis decisiones, joderme y criticarme.

En un momento dado, Silvia me pide que le pase su cuaderno donde había escrito el mamarracho que se había atrevido a darme. Yo, dentro de mí, pensé: que carajo quiere hacer, ¿acaso no entiende que en vez que redactar por su cuenta, que dicho sea de paso lo hace mal, debe ayudarme en lo que yo requiera? No le dije nada, me quedé callado, tratando de buscar desesperado mi liquid paper que estaba dentro de mi mochila. Ella me dijo que yo era un malcriado por no responderle. Yo le dije, ¿pero acaso tu no eres igual cuando estás ocupada? Ella respondió que yo, dado que soy mayor (unos 4 años), le debería enseñar buenos modales. ¿Acaso quieres que te eduque?,le pregunté sarcásticamente. Al final de la clase me le acerqué tratando de calmar la situación, pero ella me dijo que lamentaba haberme dado tanta confianza, que ya no éramos amigos. Aquello me resintió, pues pensé, de repente por pura ingenuidad, que ella iba apreciar que me hubiera hecho cargo de todo, pensé que me iba a agradecer por ser un buen líder. Lejos de aquello, me escupió en la cara (metafóricamente).

Cuando nos entregaron las DD, sacamos una nota aceptable. Lo que nos bajó varios puntos fue la última parte, lo que sucede es que como el texto era largo, no la logré corregir. Yo hice todo el trabajo solo. Silvia ya no me hablaba. Pero cuando nos devolvieron el examen me dijo, debemos sacarle copia para corregir los errores. ¿Corregir los errores de mi texto? Que ella corrija el mamarracho que hizo, el cual si lo hubiéramos presentado habríamos sacado cero. No quería darle mi texto. Pero no quería pelearme con los otros dos integrantes de mi grupo, especialmente con Víctor, ya que él me cae muy bien. Sin embargo, no me pareció para nada justo darles mi trabajo, darle a ella mi trabajo. Así que tomé la decisión que pasarme a otro grupo. ¡A ver como les va sin que yo los cuide!

La última vez que le hablé a Silvia como amigo fue el día que dimos la DD. Quise explicarle que estaba presionado, que si era una verdadera amiga debía entenderme. Ella se dio media vuelta y se fue, previamente me dijo que ya no éramos amigos. Yo tomé esas palabras como una sentencia la cual voy a cumplir hasta el día en que me muera. Ya jamás volveré a ser amigo de Silvia. Poco a poco nos dejaremos de saludar por compromiso y será como si nunca nos hubiéramos conocido. Talvez si hubiera estado preparado para aquella discusión, habría hecho algo más que quedarme callado mirando como se alejaba. Talvez le hubiera dicho un adiós más sentido, talvez la hubiera abrazado, talvez la hubiera mirado a los ojos tratando de resumir ese corto pero intenso tiempo en el que fuimos amigos.

Don Dinero

Un deseo. Un puto y maldito deseo. Un deseo que se repite y no se realiza. Un día. Una noche. Una noche en la que ves películas de gente que se realiza volviéndose millonaria. Una tarde que miras fijamente el almanaque. El reloj con sus manecillas. El día que es como noche en mi vida. El día que descubro que el dinero, como el amor de los cristianos, lo puede todo

Talvez necesite replantear todo. Talvez esté aburrido. ¿Todos sentirán mi mismo aburrimiento? Mi aburrimiento se basa en algunos deseos no realizados. Algunos han vivido su vida de la manera más intensa, algunos no sienten esto que siento. Mi prima se divorció. Para mí aquella palabra siempre ha sonado mal, es que no sé como dejar que las cosas terminen, si sé cómo hacer para que las cosas empiecen.

Hay una canción de un grupo de rock uruguayo, el cuarteto de nos, que en una canción dice: ya me reí, y me importó un bledo, de gente que ahora me da miedo. Y sí, cuando miras el pasado te sorprendes de las cosas que pensabas cuando eras un muchachillo.

Para ponerle orden a todo esto. Yo me he peleado con todo el mundo en estos días. Con mi familia, con mis amigos. Me ha empezado a doler la cabeza. Y como nunca he pensado las palabras de mi madre cuando dejé la Católica: que me iba a arrepentir. Y sí, me arrepiento, y no porque me hubiera gustado ser más abogado que filósofo (carrera que he estudiado), sino porque tengo que soportarme y soportar al resto. El dinero lo puede todo. Sí, mi madre tenía razón.

Si tuviera dinero hoy, mandaría a la mierda a todos aquellos que ahora les tengo que mamar la verga y le mamaría la verga a los dueños de las empresas que me contraten. Creo que voy a poner en mi currículo que estoy dispuesto a mamarle la verga a cualquier superior, lo único que pido como condición es dinero para hacer mi vida a mi antojo.

Si tuviera dinero, me iría a un restaurante muy caro, todos los días. Almorzaría solo. Si tuviera dinero, tendría dos amantes. Si tuviera dinero, le haría un hijo a la hermana de mi esposa. Si tuviera dinero, me iría a New York Si tuviera dinero sería congresista. Si fuera congresista, haría todo para que nadie me saque. Le haría todos los favores a mis amigotes, iría a todas las fiestas de la gente de la alta sociedad.

No tengo un cobre. Sí, mi mamá tenía razón. ¿Qué valió decir que el dinero no me importaba nada? ¿Qué valió salirme de la Católica? ¿Qué valió ser honesto? ¿Qué valió haberme enamorado tantos años de Natali Huaylla? ¿Qué valió no acoplarme al mundo? ¿Alguien me lo ha reconocido? ¿Alguien me ha dicho que me admira por mi honradez?

No sé si haya manuales de cómo ser un hijodeputa. Quiero ser un hijodeputa. Quiero aquellas cosas que no he conseguido, cosas que no he conseguido por mi culpa. Yo soy el culpable de esta situación. Nadie más que yo decidió salirse de la Católica.

Estoy aburrido. Me duele la cabeza. No me puedo pagar el maldito doctor y tengo que recurrir a mi familia. Quiero que esta pesadilla acabe. No soporto más las consecuencias de mis acciones. Necesito paz. Necesito tranquilidad. Por fin veo la luz. Por fin sé que el dinero se mastica, se come, se respira, se huele. Por fin sé que para ser feliz necesito hacer lo que quiero y no estar sujeto a los designios de las demás personas. Quiero hacer lo que me da la gana. Quiero irme ahora a un hotel hasta que esta molestia se me pase.

No confíes en nadie que dice que el dinero lo puede todo. Entonces, no confíes en mí.

Del insigne escritor Francisco de Quevedo y Villegas les dejo (broma: no tengo lectores) este poema que resume lo anteriormente escrito.

PODEROSO CABALLERO ES DON DINERO

Madre, yo al oro me humillo,
Él es mi amante y mi amado,
Pues de puro enamorado
Anda continuo amarillo.
Que pues doblón o sencillo
Hace todo cuanto quiero,
Poderoso caballero
Es don Dinero.

Nace en las Indias honrado,
Donde el mundo le acompaña;
Viene a morir en España,
Y es en Génova enterrado.
Y pues quien le trae al lado
Es hermoso, aunque sea fiero,
Poderoso caballero
Es don Dinero.

Son sus padres principales,
Y es de nobles descendiente,
Porque en las venas de Oriente
Todas las sangres son Reales.
Y pues es quien hace iguales
Al rico y al pordiosero,
Poderoso caballero
Es don Dinero.

¿A quién no le maravilla
Ver en su gloria, sin tasa,
Que es lo más ruin de su casa
Doña Blanca de Castilla?
Mas pues que su fuerza humilla
Al cobarde y al guerrero,
Poderoso caballero
Es don Dinero.

Es tanta su majestad,
Aunque son sus duelos hartos,
Que aun con estar hecho cuartos
No pierde su calidad.
Pero pues da autoridad
Al gañán y al jornalero,
Poderoso caballero
Es don Dinero.

Más valen en cualquier tierra
(Mirad si es harto sagaz)
Sus escudos en la paz
Que rodelas en la guerra.
Pues al natural destierra
Y hace propio al forastero,
Poderoso caballero
Es don Dinero

Te amo Magaly


Una gota se cae por el caño, a pesar de que este se ha cerrado. Otra gota se resbala por el caño y se pierde entre los tubos que dan al desagüe. Otra gota se pierde, rebota y salpica hasta unos cuantos milímetros alrededor. El caño luce triste, pensativo, cada gota es distinta, el viento sopla, una veces más y otras menos. Una gota de agua sale sucia, otra limpia y otra llena de coraje.

Talvez una gota de agua sea más que una simple gota de agua, sea algo único, una bengala inagotable. Talvez una gota de agua sea fuego, sea esperanza, sea sudor, sea luz, sea valentía, sea sombra, claroscuro, pasión, lucha. Talvez el destino de una gota de agua no sea extinguirse en el hoyo oscuro y profundo del desagüe. Talvez en medio de todo eso haya algo importante que hacer, un destino, o la promesa personal de que todo no acabará desde el inicio, sino que se esperara hasta el final para descubrir quién es uno verdaderamente.

Magaly está en Hollywood, no sé si la teta gane o no. No sé si Magaly sea buena actriz o no. No sé si la película sea buena o no. Lo que sé es que el Perú es una tierra donde abundan los fracasados. Lo que sé es que Magaly no parece peruana, porque es una triunfadora. Lo que sé es que estoy orgullosísimo de ella, porque tiene en su dedo meñique más coraje y más decencia que muchos de mis compatriotas. Si el Perú no respeta y admira a sus héroes, será un país condenado al fracaso.

Qué mejor ejemplo de valor, coraje y aplomo que ver la carrera de Magaly. Qué valor de la mujer peruana andina que muchas veces se ve en la necesidad de dejar a su familia para buscarse un mejor porvenir en una ciudad racista, maldita, hostil, donde vales por el color de tu piel, donde se burlan de ti por ser quechuahablante. Qué pica de los que quisieran estar en Holywood y pasearse por las tiendas lujosísimas de los Ángeles y ven a una chola huantina que debería ser su sirvienta, codeándose con la crema y nata del cine mundial.

Te deseo mucha suerte. Te digo que tu vida es una inspiración para mí. Eres una gota pura. Eres una heroína.

Si yo fuera presidente

Para ser presidente, primero debo ser candidato. Si soy candidato, según mis ideales, debo ser una persona digna del cargo. En el medio de todo eso, si decidiera estar a la altura de mis ideales, la pregunta que me despierta una desosegada angustia es: ¿podré estar a la altura de las circunstancias?
Jaime Bayly y Alejandro Toledo tienen en común que ambos son presos de sus apetencias carnales, en el caso de Toledo, ha tenido más de una denuncia por haberse ido de putas y no pagar lo que corresponde, y en el caso de Bayly, por querer ser otra vez una muchachillo fogoso, por ser, en realidad, un viejo verde libidinoso.
Yo preferiría un líder como Martin Luther King o Nelson Mandela, que entendiera que ser el líder de la reconstrucción y reconciliación del Perú es, en primer lugar, sacrificar sus deseos lascivos, sobreponerse a lo patético que nos hace el tiempo.
Si yo quisiera ser presidente, debería ser una persona intachable. Pero ayer, después de haber visto la película “Invictus” (sobre como Nelson Mandela, para apoyar la reconciliación de su pueblo, inspira a los integrantes del equipo nacional de Rugby para que ganaran la copa del mundo de ese deporte) he replanteado mis críticas a los 2 candidatos presidenciales que hago mención en este post. Y es que si yo fuera candidato a la presidencia, ¿podría vivir de acuerdo a mis ideales?
Imaginemos lo siguiente: Yo soy casado, de pronto se aparece en mi vida una mujer, imaginemos que trabaja para alguna entidad bancaria (que sea vendedora), imaginemos que me gusta mucho, imaginemos que estoy en una etapa en la que talvez esté aburrido por determinadas circunstancias personales, imaginemos que no pueda decirle que estoy casado. En aquel caso, ¿qué es lo que me diferenciaría de Bayly y Toledo? ¿Podría tener la entereza moral que tanto le exijo a los candidatos presidenciales de mi país?
Particularmente, pienso que para ser la esperanza de este país, debemos tratar de ser intachables, leales, sensatos y prudentes. Ni Bayly, ni Toledo, ni García, ni ningún otro político es moralmente decente. Y yo no quiero escupir al cielo. Solo quiero pensar en esta palabras que escuché ayer en la película Invictus:

… soy el amo de mi destino
soy el capitán de mi alma.

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Poema completo


Invictus

En la noche que me envuelve
negra como un pozo abominable
yo agradezco al dios que fuere
por mi espíritu inconquistable.

Atrapado en este circunstancial lugar
yo he gemido pero no he llorado
ante las puñaladas que me deparó el azar
mi cabeza sangra, pero no me he postrado.

Mas allá de este lugar de furia y de lágrimas
me acosan las sombras con terror.
Pero tantos años de amenazas
me encuentran sin temor

Ya no importa cual fue mi camino
ni cuantas culpas he acumulado.
Soy el dueño de mi destino
soy el capitán de mi alma.

William Ernest Henley

Jaime Bayly y Rosa María Palacios

El día de ayer Jaime Bayly le concedió una entrevista a la reputada periodista y abogada Rosa María Palacios. La intención de Rosa María era evidente, demostrar a los televidentes que desde un punto legal las propuestas de Jaime Bayly eran inviables, pues, para hacerse efectivas, él tiene que contar con apoyo congresal, y dado que no va llevar lista parlamentaria, sus ideas se van a quedar solamente en buenos deseos. Por ejemplo, la reforma del congreso tiene que pasar por el mismo congreso, y de igual manera, las leyes que reglamenten el aborto, la denuncia del concordato del Estado peruano con el Vaticano, la reducción del personal militar y la expenda libre de drogas en boticas y farmacias; es decir, todas la propuestas de Jaime Bayly serán inviables, pues el congreso tiene que aprobarlas, y aquello parece imposible.

Tengo que hacerle un par de observaciones a Rosa María. Ella, sobre el tema, ha tenido un acercamiento meramente legal. El problema del Perú no es legal. Las reformas que el Perú debe realizar no tienen ni deben empezar con este ni con aquel congreso corrupto. Al menos, no las reformas principales. Jaime Bayly plantea una agenda, una agenda que puede resumirse en lo siguiente: reformas sociales. Las reformas sociales no pueden ni deben sernos dadas por ningún personaje mesiánico, ni por un congreso de hombres probos, clarividentes y justos. Las reformas sociales deben y tienen que ser conquistadas por el pueblo, por un pueblo democrático, por una sociedad civil organizada. La sociedad civil debe presionar a los congresistas. La sociedad civil debe ser un puño cerrado en defensa de los derechos humanos, laborales, patrióticos y libertarios. Para crear sociedad civil, debemos educar. Los retos y plazos que toma formar una sociedad civil fuerte no son de 5 años, talvez tomen mucho más tiempo. Así que, pienso que la respuesta de Jaime Bayly frente a estos cuestionamientos debe ser: “las reformas sociales que propongo, solo serán viables, si revolucionamos la educación en el Perú”. Recordemos a Martin Luther King o Ghandi, las reformas sociales que lograron no fueron por anuencia de los representantes del congreso nacional de los Estados Unidos ni del parlamento inglés, respectivamente, sino por las luchas sociales pacíficas.

No tenemos que empezar de cero, podemos ejercer presión desde ya para lograr algunos derechos sociales. Jaime Bayly puede promover el empoderamiento de grupos minoritarios, como los homosexuales, para que ellos mismos puedan ejercer presión sobre el congreso nacional, organizarse en forma de resistencia pacífica, lograr ser reconocidos en todos sus derechos humanos, como el de poder formar uniones civiles o cualquier derecho que ellos consideren justo, previo debate público. Lo mismo con las otras propuestas. Debemos ejercer presión. La respuesta de cómo se van a lograr las reformas sociales es: Estas solo se lograrán con un pueblo comprometido y activo.

Aquel es mi compromiso. Aquel es mi credo.








Magaly para presidenta

No sé si soy racista por sorprenderme aún de lo bien que le va a Magaly Solier. No sé si me sorprendería menos, si a una blanquita limeña le hubiera ido igual de bacán. Posiblemente, sería más lógico y más sensato pensar que si fuera menos chola, menos serrana, los limeños entenderíamos, sin tanta mueca, el rotundo éxito que está teniendo. Magali Solier es un cometa rumbo al sol, que no se detiene, que no da tregua, que no piensa ni por un segundo que todo puede acabar en cualquier momento, ya que somos frágiles humanos. Magali tiene la mística certeza de que lejos de acabar, esto recién empieza. Tiene la mágica ilusión de que los premios Oscar son un preámbulo de algo más que está por venir.

Pero igual sigo sorprendiéndome. Me sorprende que Magaly sea ayacuchana y quechuahablante, que solamente haya cursado estudios secundarios; me sorprende que le hayan dado una oportunidad, una sola, y que haya hecho con su destino todo aquello que los simples mortales como yo sólo podemos saber por oídas. Me sorprende que Magali sea una mujer huantina, y que haya roto con todo sentimiento de sumisión que la cruel e indiferente mirada de Lima ha condenado a las provincias más alejadas de nuestro país.

¿Cómo nuestro país es capaz aún de producir seres nobles y aguerridos?. ¿Cómo nuestro país es aún capaz de albergar los buenos sentimientos, desterrando la podredumbre, el opaco resplandor de los libidinosos y corruptos, de los que babean por los ojos, ebrios de poder? Y si el Perú es capaz de resurgir a través de gente sincera y honesta, de gente valiente que no agacha su cabeza ante nadie, y si el Perú quiere ser un gran país, debe, como labor patriótica, cuidar y proteger a su juventud deseosa de sacrificarse por los intereses más altos y nobles de los seres humanos, que son la disciplina y la virtud. Como jóvenes peruanos, siguiendo el ejemplo de Magaly, debemos luchar por nuestros ideales, por nuestro respeto por toda la diversidad étnica y biológica de nuestro país. No debemos pensar que es tarea imposible, debemos ser el corazón limpio y sano de este país.

Una mujer ayacuchana, que tenía todo en contra, nos ha mostrado el camino. Talvez luchar contra el sistema es exigir que nuestros representantes tengan la misma ilusión de cambiar las cosas. Educación, salud, orden. Lucha contra la corrupción. ¿Alguien puede asumir esa agenda?

¿Por qué votar por Jaime Bayly?

No soy una persona sin vicios. No escribo poseído por la santidad. No quiero votar por nadie que lo aparente. Sé que al final, cuando los medios como perros de presa busquen cualquier carnecita para exhibirla en este país chismoso y maletero, los más santos se verán como lo que son, como lobos infectos, y sus máscaras de cordero caerán, aunque sea demasiado tarde.

Parecía que Jaime Bayly, después de una vida al borde de todo, de los precipicios más altos, del amor de sus padres, del exilio eterno, había juzgado que ya estaba muy viejo para las piruetas de chibolo excitado, empingado, pasional y estúpido, que cree en el amor como algo que necesariamente le debe salir al frente. Así que, en su último programa dominical, el francotirador presenta a una chibola agraciada, que seguramente todos los hombres quisieran tirársela, hasta los que se horrorizan por la juventud de esta novia casi quinceañera.

El problema no es que Jaime se tire a esta mocosa. El problema es que Jaime quiere ser presidente, y para serlo nos vendió la siguiente idea: a diferencia de todos los políticos tradicionales, yo he tratado de ser consecuente con lo que pienso, y no me ha importado nunca ir contracorriente. Y si Jaime va a contracorriente, ¿por qué hace lo mismo que todo viejo mañoso que piensa que la única manera de que la juventud no se le escape es metiéndole el pene a cuanta chibola cojuda se lo permita?, y si nuestro héroe va contracorriente, ¿por qué el espectáculo patético de exponer a su chicha para que todos nos enteremos del viejo verde que es él? Ir contracorriente, en mi absoluta ingenuidad, pensé que era defender ideas libertarias, estar a la altura de aquellas ideas libertarias, renunciar a sus apetitos personales en favor de los intereses de toda la nación.

Jaime critica a Toledo por irse de putas, tener novias jovencísimas, ser un borracho asolapado y un mentiroso compulsivo. Pero Jaime es un viejo verde asqueroso, un tonto que aún cree en el amor de adolescentes, un pervertido que quiere demostrarles a todos que siendo marica es más macho que los que dicen ser machos.

Yo era un defensor de la candidatura de Jaime Bayly, pero ahora: ¿Por qué votar por él?
En nada se diferencia de los políticos tradicionales, pues es igual de mañoso y pervertido. Me lo imagino como aquellos que se compran un Ferrari en el Perú, y piensan: cholos de mierda, muéranse de envidia. El Ferrari en esta ocasión se llamaba Silvia, y en vez de envidia causaba pena.