miércoles, 9 de junio de 2010

Mi propuesta



Me quiero largar de este país porque estoy harto de todo. Me enfurece haber nacido en un lugar donde incapaces y corruptos, donde caviares y radicales hacen su festín orgiástico. Me quiero largar, porque he aprendido a conservar mi salud, y es que la desesperación me hace daño, necesito oxígeno nuevo, un lugar bonito que por lo menos me llene de esperanza. Necesito dejar la degradante Lima, dejar atrás el Perú que se ha vuelto un lugar horrendo, un lugar de gente imbécil y mediocre.

Nos dicen en todas partes que estamos creciendo. Crecer en este sentido se refiere a lo estrictamente económico. Para ser más exactos, crecer se refiere a lo estrictamente económico cuando esto afecta a la “gente que importa”. ¿Quiénes son los que importan? Pero yo pienso que lo menos importante es lo estrictamente económico de “la gente que importa”. Los valores que nos caracterizan como seres humanos van más allá de lo estrictamente económico o nuestra simple nacionalidad. Por eso pienso que el Perú es un país en el precipicio, un país sin alma y sin salvación, y eso me llena de profunda tristeza. Y si pienso así, es no solo porque una tira de incapaces y corruptos ocupa los más altos cargos del Estado, sino porque mis compatriotas apoyan a buena parte de ellos.

Castañeda (El mudo) ha demostrado hasta el hartazgo que es un picapedrero, tan ineficiente que no ha podido solucionar ni un ápice el caos del transporte urbano en Lima, ha hecho un mamarracho llamado El Metropolitano y hay sospechas fundadas de que robado como ha querido. A pesar de todo eso, mis conciudadanos limeños aprueban su gestión de manera casi unánime. ¿Cómo los limeños podemos apoyar a un personaje tan incapaz? Y lamentablemente este caso no es una excepción sino una constante.

Los peruanos no ejercemos ningún tipo de presión a nuestras autoridades, no impulsamos el cambio, permanecemos estáticos, indolentes. Pero no sólo eso, los peruanos apoyamos la corrupción al no salir a protestar, los peruanos seguimos esperando gobiernos autoritarios. Y es que los peruanos no somos libres. Los peruanos nos dejamos engañar por cualquier facineroso que diga luchar por nuestros intereses, y no vemos que estos inescrupulosos sujetos solamente persiguen algún motín que los haga salir de la miseria económica, pero lo único que logran es hundirse en la miseria moral.

El Perú está lleno de puro incapaz, de puro imbécil, de puro ladrón, de un montón de gente que se orina de miedo y que no lucha. El Perú es un bacín, donde los miserables cagan y cagan, defecan dos veces por día. El Perú es un país imposible. El Perú es un sueño imposible. Crecemos económicamente, pero moralmente nos vamos a la mierda. Estamos en una encrucijada. ¿Cómo hacemos del Perú un país posible? ¿Qué hacer con este sentimiento de impotencia al constatar que nuestro país no ha aprendido nada de su pasado? Keiko Fujimori dice luchar contra la pobreza y que su partido (o sea el clan Fujimori) pasará a la segunda vuelta en la elecciones presidenciales del 2011 ¿Cómo hemos llegado a ser tan confiados? ¿Cómo hemos llegado a anular nuestra conciencia crítica? ¿Cómo no podemos entender que la economía es un pedazo pequeño de la vida y que la vida es más compleja de los números?

Hace poco asistí a una conferencia sobre lo que sucedió en Bagua, un profesor de antropología de la PUCP llamado Oscar Espinosa planteó el siguiente escenario: Imaginemos que en el Perú no existe corrupción y que todo lo recaudado por el gobierno central es gastado en lo que ellos imaginan que es el “progreso”. Entonces, la solución de los problemas del Perú es abandonar la idea de que el Estado tiene la interpretación auténtica de qué es el “progreso”, y que que este empiece a dialogar con los otros actores sociales para así buscar puntos de encuentro, y construir acuerdos más justos y duraderos.

Me temo que este profesor está profundamente equivocado, creo que su problema es que peca de ingenuo. ¿Qué idea de progreso tiene el gobierno? Ninguna. Al excluir la corrupción en este escenario se está quitando lo esencial para entender al Perú y su posibilidad de ser un verdadera nación. El Perú es un país de gente corrupta, la corrupción ha hecho del Perú un país de gente imbécil. Un ejemplo claro es la decisión del Tribunal Constitucional de suspender su distribución en los centros de salud del Estado de la pastilla del día siguiente por considerarla abortiva, a pesar de que la Organización Mundial de la Salud y todo organismo serio en el mundo ha manifestado lo contrario. Considerar que una idea de progreso es aquella decisión, sería lindar con la locura. La corrupción nos ha vuelto seres marginales, despreciables, estúpidos, sin ninguna idea “progreso” que no sea el “progreso económico para mí”. El Tribunal constitucional está dominado por gente miserable, antiprogresista _si cabe el término. Por lo tanto, no cualquier idea es una idea que represente lo que debemos llamar "progreso". Las ideas cavernarias no son ideas progresistas. Y si este tribunal tomó una decisión semejante es porque fue presionado por un Estado corrupto, que defiende ideas y convicciones personales, aunque estas sean, como hemos dicho, antiprogresista y cavernarias.

¿Cuál es la diferencia entre Estado y gobierno? En el Perú cualquier gobierno es profundamente corrupto; por lo tanto, el Estado peruano, ya que no importa quien lo asuma, es esencialmente corrupto. Lo peor de todo, lo que más me desanima es que los peruanos no solamente no protestamos, sino apoyamos a los proyectos autoritarios, antidemocráticos, apoyamos a los corruptos, a los inmorales, hemos desistido en exigir gobernantes honestos y capaces.

El título de este post es “Mi propuesta”. ¿Qué puedo proponer? No lo sé. Quiero imaginar que no tuve la mala suerte de nacer en un país donde la gente no proteste, no luche, no exija, no haga respetar sus derechos ciudadanos. ¿Debería hacer política? Deberíamos hacer política (todos). Deberíamos decirle a Kouri, no señor, los peruanos no olvidamos su pasado. Deberíamos decirle al mudo, primero explica los asuntos de corrupción en el municipio de Lima y después piensa en postular. Deberíamos, deberíamos, deberíamos… Pero al final, no hacemos nada.

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